Una
vez conocí a alguien, una persona de gran corazón y vida complicada. Esa
persona moría en vida día a día y decidió dar un paso más. No hay palabras
cuando se llega a cruzar los límites. Es inevitable que te vengan muchas
reflexiones al corazón.
Sentirte
absolutamente solo y estar rodeado de gente es una desagradable broma de la
vida. Miramos pero no vemos, oímos pero no escuchamos.
Vivir
en lo que fue y no ver lo que será. El presente deja de existir, sólo produce
tristeza interior. Veo lo que soy y no puedo moverme a lo que quiero ser, ya
llego a no saber ni lo que quiero ser.
Necesito
ayuda pero no hay nadie.
Sólo
hay una forma de llenar todo este vacío, con amor.
Amor
a ti mismo y a los demás. Si conoces a alguien que esté en esta situación, dale
tu afecto, tu ánimo, escúchale y anímale para que solicite ayuda.
Somos
personas, vivimos en sociedad, necesitamos unas de otras y no solo pura presencia. Compartir el mundo es compartir
vida.
Empezar
a hablarte con valor, en lugar de pensar en lo que no puedes hacer o no está en
tu mano, enfocarte en lo que si puedes y quieres. Desear querer. Parar y salir
de este sentimiento. El foco es el amor.
Las
preguntas positivas, en presente y potenciadoras son tu aliado al sin sentido.
Soy
una persona y por lo tanto un milagro en vida, ¿qué quiero? ¿Qué me apasiona? ¿Qué
puedo hacer hoy que me llene y dependa de mí? ¿Con qué tipo de personas puedo compartir lo que me apasiona?
¿Por qué tengo que dar gracias hoy?
Déjate
ayudar, tú mandas y tú decides. Toma las riendas de tu vida y si pesan no
entres dentro de ti, busca a alguien que te ayude.
No
eres menos que nadie, no eres más que nadie. Todos somos uno y estamos
conectados.
Tus
acciones afectan a otros aunque no seas capaza de verlo en momentos de oscuridad.
Demos
luz al que lo necesita.
Excelente artículo. Está escrito con el corazón y con solo leerlo te llena el alma. Muchas gracias por compartirlo con nosotros.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tus palabras
ResponderEliminar