Cada
persona es un mundo con múltiples caras, todas conocidas para uno mismo y
diferentes a la vez. Los hijos, la pareja, la familia, los amigos, el trabajo,
el yo conmigo mismo…
El
equilibrio general depende del particular en cada faceta, en mayor o menor
medida.
Cuando
el cáncer aparece este equilibrio se rompe. Todo se desmorona en un momento, la
percepción de lo que realmente importa varía bruscamente.
El
miedo, la angustia, la incertidumbre llega al paciente y a su entorno, la
naturalidad se pierde. Todo cambia en un cuarto de segundo. La capacidad de adaptación
a la nueva situación es necesaria y vital.
La
persona que encara la enfermedad con coraje y esperanza, está más cerca de
superarla.
Toda
situación se puede ver desde diferentes ángulos y es el momento de plantear
cada pequeño paso como una victoria, de no pensar en lo que falta por llegar y
vivir el presente, de valorar lo excelente y dejar lo que no aporta.
Día
a día.
El
coaching es una herramienta válida de ayuda a ver estos nuevos puntos de vista
y adaptarte a ellos suavemente, a sacar lo mejor de cada situación, a ser
fuerte desde el interior, a estar de forma consciente. El papel de todos
importa:
·
Un sector médico preparado para ofrecer su mejor versión dentro de
la comunicación, en el trato personalizado de cada paciente, en su seguimiento
e información; respetando, coordinando y anticipando.
·
Las personas queridas más cercanos aceptando la situación. Acompañando
desde el corazón. Ayudando con su consuelo y su ánimo, con su respeto al
momento, tratando la situación con naturalidad y esperanza.
·
El enfermo de cáncer tiene que afrontar una nueva etapa, vivir el
día a día y estar acorde con él mismo, sacar la fuerza de su interior, aceptar
la enfermedad para poder superarla, dejar la lástima y el por qué yo fuera, aparcar
la preocupación por los demás. En múltiples ocasiones, el enfermo anima a los
demás y quita hierro a la situación.
Es
lo que hay, a por ello.
Soy
coach y he tenido dos cánceres, primero fueron los cánceres y posteriormente la
preparación como coach. Por ese motivo puedo asegurar que el coaching ayuda a
llevar la enfermedad con calidad.
Estudiar
para coach fue fascinante, cada parte que aprendía la veía directamente
aplicada al cáncer y no dejaba de pensar el bien que se podría hacer con ello.
Primero
me enfoque en la persona que lleva con ella la enfermedad, pero en seguida
entró todo el equipo médico, desde el oncólogo al enfermero y por supuesto las
personas cercanas al paciente, tanto por la persona que tiene cáncer como por
ellas mismas.
El
cáncer en cada uno es diferente, sin embargo, hay factores comunes. La rabia,
el miedo, la sensación de impotencia, la tristeza, la preocupación, la soledad,
el caos te siguen en el camino.
La
vida te cambia y no hay vuelta atrás.
Te
puedes quedar en lo que has perdido o enfocarte en pequeñas victorias, sentir
lo que tienes, en querer vivir y luchar, llegar a la plena satisfacción con las
pequeñas cosas del día a día. Valorar cada sonrisa, cada paso, cada detalle de
amor que recibes. Pasar por las fases necesarias y no estar más de lo necesario
en cada una. Saber tratar el dolor y no darle rienda suelta.
Crear
tu nuevo esquema para tu nueva vida, ya nada será igual. Se trata de conseguir
que sea mejor día a día.
¡ Cuanto
me habría ayudado tener un coach a mi lado en ese momento !.
Ojala
te sirva.
Carmen Hidalgo.
Fantástico artículo. Muchas gracias Carmen por compartirlo. :-)
ResponderEliminar