martes, 28 de abril de 2015

Morir para vivir


Pensar en el final puede ser el principio.

Nacemos con una pequeña mochila que vamos cargando día a día nada más nacer. Lo que observamos o nos dicen en nuestro entorno desde niños, se va convirtiendo en nuestra verdad que nos acompañará el resto de la vida. Todos tenemos un cúmulo de creencias con las que nos movemos y no revisamos porque son nuestra verdad. El mismo mensaje dado a dos personas diferentes, tiene interpretación distinta.

Dos hermanos en la misma familia, con el mismo tipo de educación y un mismo mensaje crecen en dos realidades totalmente diferentes. Entra en juego la esencia de la persona, su percepción ante lo externo y su interpretación para convertirlo en interno, en verdad interior.

Para vivir en este mundo fantástico utilizamos esta mochila sin llegar a plantearnos que parte de ella nos potencia, parte nos limita y parte sólo es peso que nos ralentiza en el día a día.

¿Qué beneficio podemos obtener en parar, revisar lo que llevamos y quitar todo aquello que no sirve y pesa?

Una pregunta es la respuesta.

Valorar antes de que nos falte es una opción libre que tenemos.

Cuando estás enfermo es cuando valoras la salud, cuando tienes hambre es cuando valoras el alimento, cuando tienes un problema grave es cuando piensas cuanta energía has gastado con “los pequeños grandes problemas” que empiezas a ver de otra forma.

Te invito a realizar unas cuantas preguntas y limpiar tu mochila de todo aquello que no te sirve y pesa. Tomar el rumbo de tu vida sabiendo el que es.

Un ejercicio potente es plantearte cómo te gustaría que te recordaran cuando no estés. ¿Estás en línea con lo que quieres? ¿Qué puedes hacer para acercarte más a tu objetivo?        

Estamos en un proyecto de vida.

Un inicio y un final con una meta y unos recursos para cumplirlo. Tú eliges el camino hacia la meta. La dirección a seguir es desde el interior más íntimo de la persona.

Hay que alimentar el alma. Nos olvidamos de ella y es la esencia de todo ser. Es lo que eres y lo que serás.

Si quieres revisar tu mochila, tu objetivo y camino te propongo un ejercicio:

1.- Busca un lugar tranquilo en el que te sientas cómodo, es conveniente tener papel y lápiz a la antigua usanza, o algo para apuntar.

2.- Haz tres respiraciones abdominales profundas, relájate y disfruta.

3.- Piensa por un momento que vas a realizar un gran viaje sin retorno, ¿cómo quieres que te recuerden tus seres queridos?

Puedes desasociarte de ti si te resulta más sencillo. Es decir, verte desde fuera.

4.- ¿Qué quieres llevarte en este viaje?

5.- Piensa en qué punto estás y qué puedes hacer para llegar. Deshazte de lo que no te aporte y haz espacio para lo nuevo.

Eres lo más importante. Pensar en el final da vida a tu camino. Cada segundo que se va no vuelve, vive como quieres vivir, no como te lleve la corriente.

 

Ojala te sirva.

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