Pensar
en el final puede ser el principio.
Nacemos
con una pequeña mochila que vamos cargando día a día nada más nacer. Lo que observamos
o nos dicen en nuestro entorno desde niños, se va convirtiendo en nuestra
verdad que nos acompañará el resto de la vida. Todos tenemos un cúmulo de creencias
con las que nos movemos y no revisamos porque son nuestra verdad. El mismo
mensaje dado a dos personas diferentes, tiene interpretación distinta.
Dos
hermanos en la misma familia, con el mismo tipo de educación y un mismo mensaje
crecen en dos realidades totalmente diferentes. Entra en juego la esencia de la
persona, su percepción ante lo externo y su interpretación para convertirlo en
interno, en verdad interior.
Para
vivir en este mundo fantástico utilizamos esta mochila sin llegar a plantearnos
que parte de ella nos potencia, parte nos limita y parte sólo es peso que nos ralentiza
en el día a día.
¿Qué
beneficio podemos obtener en parar, revisar lo que llevamos y quitar todo
aquello que no sirve y pesa?
Una
pregunta es la respuesta.
Valorar
antes de que nos falte es una opción libre que tenemos.
Cuando
estás enfermo es cuando valoras la salud, cuando tienes hambre es cuando
valoras el alimento, cuando tienes un problema grave es cuando piensas cuanta
energía has gastado con “los pequeños grandes problemas” que empiezas a ver de
otra forma.
Te
invito a realizar unas cuantas preguntas y limpiar tu mochila de todo aquello
que no te sirve y pesa. Tomar el rumbo de tu vida sabiendo el que es.
Un
ejercicio potente es plantearte cómo te gustaría que te recordaran cuando no
estés. ¿Estás en línea con lo que quieres? ¿Qué puedes hacer para acercarte más
a tu objetivo?
Estamos
en un proyecto de vida.
Un
inicio y un final con una meta y unos recursos para cumplirlo. Tú eliges el
camino hacia la meta. La dirección a seguir es desde el interior más íntimo de
la persona.
Hay
que alimentar el alma. Nos olvidamos de ella y es la esencia de todo ser. Es lo
que eres y lo que serás.
Si
quieres revisar tu mochila, tu objetivo y camino te propongo un ejercicio:
1.-
Busca un lugar tranquilo en el que te sientas cómodo, es conveniente tener
papel y lápiz a la antigua usanza, o algo para apuntar.
2.-
Haz tres respiraciones abdominales profundas, relájate y disfruta.
3.-
Piensa por un momento que vas a realizar un gran viaje sin retorno, ¿cómo
quieres que te recuerden tus seres queridos?
Puedes
desasociarte de ti si te resulta más sencillo. Es decir, verte desde fuera.
4.-
¿Qué quieres llevarte en este viaje?
5.-
Piensa en qué punto estás y qué puedes hacer para llegar. Deshazte de lo que no
te aporte y haz espacio para lo nuevo.
Eres
lo más importante. Pensar en el final da vida a tu camino. Cada segundo que se
va no vuelve, vive como quieres vivir, no como te lleve la corriente.
Ojala
te sirva.
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