A día de hoy, si en una conversación dentro de un
grupo surge mencionar que soy coach, el primer comentario que se suele escuchar
es “hoy en día das una patada y salen tropecientos coach”, o lo siguiente es ¿y
eso qué es?, parece que está de moda. Lo curioso es que antes de que hables, otra
persona ha sentado cátedra, con rotunda seguridad, que el coach es el que te
dice lo que tienes que hacer ante un problema y que muchos son coach sin
necesidad de estudiar. Esto no ocurre en todos los entornos pero resulta
bastante habitual.
Pues bien, esto no es así. La magia que tiene el
coaching es que el propio cliente es el que averigua lo que tiene que hacer y
el coach sólo le acompaña.
El cliente tiene una meta, se parte de un punto
concreto y se sabe donde se quiere llegar. Hay métricas para tener claro el
punto de partida, el punto de llegada, así como el compromiso de querer
realizar el camino, los beneficios, el importantísimo para qué. El camino lo
decide el cliente y el coach simplemente está a modo de espejo para que logre
trazar el camino más óptimo para él.
Ante respuestas similares, alguien suele comentar,
pues si yo voy a un sitio no necesito que nadie me acompañe, prefiero que me
digan directamente como ir. Sin ir más lejos, en la feria del libro estaba en
un puesto y alguien pregunto a la dependienta por libros de coaching y ella le
comento directamente que esos eran libros de autoayuda. No pude evitar hablar
con el chico para saber en qué nivel estaba de conocimiento sobre el tema para
indicarle algún libro apropiado y a la vez comentarle a la dependienta
posteriormente que lo que ella decía no son libros de coaching, aunque en un
momento dado vengan genial para otros temas.
En todos los procesos de coaching que he realizado hay
un factor común. La persona toma decisiones y caminos desde su interior, desde
sus valores y su base. Es su compromiso y es para él, por lo tanto lo va a
hacer. El movimiento se produce. Y si hay movimiento, hay cambio. Es mágico.
El coach está con el cliente de igual a igual y para
él. Es una persona que está en plena escucha a su cliente, con preguntas y
silencios, ayudando a eliminar creencias limitadoras que están estancadas en el
tiempo dentro de la persona y no tienen sentido, mostrándole y haciéndole
consciente de cómo se habla, lo que se dice así mismo, su diálogo interno. Proponiendo
un cambio de observador con preguntas, ante un cruce donde sólo puede ver el mismo
muro de siempre que le limita, proporcionándole diferentes gafas que varíen el
planteamiento inicial que tiene y no le lleva a ninguna parte.
El valor de la persona. No caminar en contra de él. Llegar
a la coherencia, porque cuando lo que se habla no es lo que se hace, pasa algo.
Es apasionante cada una de las sesiones, por mucha
preparación que tengas nunca sabes lo que va a ocurrir, tu acompañas por el camino
seleccionado por el cliente y vas encontrando en ocasiones nuevas metas para
llegar al objetivo final, que en ocasiones también varía.
Ejemplos de resultados de procesos en los que he
participado:
·
Fomentar el nivel de autoestima.
·
Mejorar relaciones personales (trabajo, hijos, pareja,
padres).
·
Acabar con problemas crónicos que vienen de nudos
internos, al final, cuerpo, emoción y mente forma el Ser.
·
Estar en buena posición para superar un cáncer e
incluso identificar y eliminar la raíz del mismo.
·
Depresión y estrés.
·
Superar momentos de duelo ya estancados en el tiempo.
·
Toma de decisiones ante un trabajo.
·
Gestión de conflictos.
·
Gestión del tiempo.
·
Poder hacer presentaciones en público.
·
…
Siempre teniendo en cuenta que ante un problema médico
o en el que sea necesario terapia se tiene que derivar al cliente al especialista.
Ojala te sirva.