viernes, 25 de abril de 2014

Una experiencia para compartir.


Un dicho popular dice “más sabe el diablo por viejo que por diablo”, y es una gran verdad ya que la experiencia enseña de forma constante. Lo único que falla con el cáncer es que la edad ya no es la que da la experiencia.

Antes este tipo de enfermedades afectaban más a personas con una cierta edad, sin embargo, hoy en día no tiene compasión de nadie. Niños, jóvenes, adultos, ancianos, da igual hombre o mujer, todo vale.

Hemos llegado a un punto en el que nadie está libre y todos conocemos historias de primera mano.

Será la baja calidad de vida, el ritmo con el que nos movemos, la alimentación, lo que respiramos….

Sea como sea yo tengo una experiencia para compartir.

He superado dos cánceres. Esta experiencia te cambia la vida para siempre, ya nada es igual. Hay un antes y un después.

Afecta físicamente y psicológicamente.

Aprendes y reflexionas qué me habría venido bien para superarlo más fácilmente, cómo podría ayudar a los que pasan por una situación similar.

Cuando recibes la noticia el primer paso es asimilarlo, tanto tú como tu familia, amigos y conocidos. Cada uno desde su punto de vista.

De entrada te niegas a ver la realidad, te preguntas por qué tú, sientes que todo se desmorona a tus pies. La mirada de los que te quieren cambia, las palabras no van acordes con las acciones. Es difícil, ya no se sabe cómo hay que tratar a la persona.

En muchas ocasiones el enfermo es el que tiene que animar a los que les rodean. Resulta muy duro.

Se pasa por las mismas fases de un duelo.

1. Fase de Negación. Negarse a sí mismo o al entorno la enfermedad.

2. Fase de Enfado, Indiferencia o Ira: Estado de euforia por no poder evitar lo que sucede. Se buscan razones.

3. Fase de Negociación. Se intenta buscar una solución.

4. Fase de Dolor Emocional. Se experimenta profunda tristeza.

5. Fase de Aceptación. Se asume.

Para pasar por estas fases se necesita tiempo, pero el cáncer no espera y la posible solución que te plantean los médicos tampoco. Por lo tanto, la mezcla de sentimientos resulta una explosión de colores en el interior, y el negro acompaña en muchos momentos.

1.- Hablar sin miedo con alguien con una experiencia similar superada ayuda muchísimo. Ser franco con lo que te espera, un camino duro pero posible, donde tienes que poner todo tu ánimo, toda tu fuerza, todos tus sentidos. Tienes que luchar y en muchas ocasiones vas a estar solo porque la situación supera a los que te quieren.

El miedo se hace presente en el día a día. Pero el coraje interior tiene que salir, puro instinto de supervivencia.


2.- El equilibrio de tu cuerpo a nivel energético sin duda te da tranquilidad y fuerza para luchar. El alivio que se consigue es increíble. La técnica de Reiki (la única aceptada por la OMS) la conocí al final del cáncer y desde ese momento está conmigo, aprendí en cuanto me fue posible y se la he dado a otras personas con cáncer. Está comprobado, que si recibes Reiki antes de la quimio los efectos secundarios son menores y en ocasiones tardan más en aparecer. También ayuda a la cicatrización.

 3.- Hay un último tema que me ha llevado años aprender. Las emociones enquistadas y tragadas pero no digeridas, en silencio generan todo tipo de enfermedades, el cáncer también (somatización). Esos dolores que tenemos en el más profundo interior y que llevamos con nosotros, hay que deshacerse de ellos, pueden hacer mucho daño.

He conocido la técnica de coaching y creo que es muy efectiva para conseguir neutralizar estas emociones. Te haces consciente de ellas y las planteas de una forma diferente para que no te hagan daño.

De todo se aprende y hasta lo peor tiene un lado positivo si lo buscas.

Ojala te sirva.

Carmen Hidalgo.